Latido fósil es una pieza de técnica mixta que parece emerger desde las capas más profundas del tiempo. En sus 65 x 58 cm, la materia ha sido convocada no sólo como sustancia, sino como memoria: aquí palpita algo que fue, algo que sigue resonando.
Claudio Alba Reyes, con 14 años de oficio, 4 exposiciones individuales y 6 colectivas, plasma en esta obra una arqueología emocional. Cada forma incrustada es un vestigio, una huella mineral de lo que soñamos antes de ser cuerpo. La obra pertenece a la serie El sueño de la materia, donde la textura sustituye a la palabra y el silencio se convierte en lenguaje.
